España ha sido históricamente un país de propietarios. La falta de un parque público de vivienda en alquiler, el fácil acceso al crédito en los años previos al estallido de la crisis financiera y una cultura e ideología de la tenencia mucho más arraigada que en otros vecinos europeos han propiciado este modelo. Sin embargo, aunque año a año parezca imperceptible por la lentitud propia que suele acompañar a las grandes transformaciones estructurales, las cosas parecen estar cambiando. Hay pocas fuentes de datos oficiales disponibles, pero una mirada con perspectiva histórica sobre ellas muestra que España tiene cada vez más inmuebles y que estos se concentran en menos manos.
