Todavía hoy, algún tipo de danza escénica, puede substraerse (o defenderse) de otras dominantes y ser poética, sustancialmente poesía, en el sentido estético que decía Paul Valéry en su ensayo sobre este tema, un texto que, con todo y lo que se admira, ha sido manoseado en exceso. Como sabemos, la danza y el ballet no han tenido el aparato rector de una estética ordenada y escrita en consecuencia (no tenemos en el arte de Terpsícore un Rameau). Valéry defiende no sólo la altura de la danza como un arte magnífico, sino que clama porque sea tomado en serio en sus bases morales y teóricas. Viendo el espectáculo del ballet sueco puede pensarse cuanto y mucho necesita hoy la danza de lo que Valéry quería asistirla ayer. Se trata de un mañana, de preparar no sólo el cuerpo con una calistenia determinada, sino el espíritu con que se recibe, y probablemente se acepta, una obra de arte bailada.
GöteborgsOperans Danskompani
Coreografías:
We Loved Each Other So Much: Yoann Bourgeois, música: Félix Lajkó.
Solo Echo: Crystal Pite, música: Johannes Brahms.
Directora artística: Katrin Hall.
Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid. Teatro Mira, Pozuelo de Alarcón. 29 de noviembre.