El Búfalo fue a la vez su mayor éxito y su irremediable condena. Aquel rancho en Chihuahua, un cultivo gigante del tamaño de 1.000 campos de fútbol, revolucionó el mundo de la marihuana y lo catapultó, sin apenas saber leer y escribir, a lo más alto del narcotráfico en un tiempo récord. Con 33 años, Rafael Caro Quintero ya era millonario, dirigía con sus socios el poderoso Cartel de Guadalajara y tenía a sueldo por todo México a policías, militares, políticos y jueces. Hasta que un día de noviembre de 1984, cientos de soldados se presentaron en el lugar, detuvieron a todos los trabajadores y quemaron unas 8.000 toneladas de marihuana.
