Con Donald Trump o sin él en la Casa Blanca, con una nueva guerra comercial en marcha o en tiempos de paz arancelaria, para China las grandes líneas maestras de la política son casi inmutables. Por tercera vez consecutiva, Pekín ha apostado por el mismo objetivo de crecimiento del PIB anual de “en torno al 5%” y por un incremento del gasto en defensa de un 7,2%, desoyendo ―como si no hubiera existido― la propuesta del presidente estadounidense a Rusia y China de rebajar el presupuesto militar a la mitad.
