Los servicios públicos como los taxis tienen precios fijos: una carrera de un tiempo y una distancia determinados cuesta siempre lo mismo. En cambio, las apps de coches con conductor —como Uber, Bolt o Cabify— funcionan con precios dinámicos, que bajan cuando poca gente los usa y suben con alta demanda: en algunos conciertos en Madrid, Uber ha llegado a cobrar más de 100 euros por trayectos que en taxi no superarían los 20. El Ministerio de Consumo ha aprobado este jueves un decreto que modifica la ley de consumidores y usuarios para prohibir esas subidas abusivas de precios cuando aumente la demanda en situaciones que puedan calificarse de emergencia de protección civil, como ha ocurrido con la dana de Valencia.