Hace una semana, las cámaras del Café Lavé, en Mérida (Yucatán), grabaron al periodista catalán Joan Serra Montagut irrumpiendo en el local, notablemente exaltado, e increpando a la camarera que atendía detrás de la barra. Eran las 6.50 de la mañana y la música llegaba hasta su apartamento, cercano a la cafetería. “¡No me chinguen más!”, se le oye gritar mientras rompe diversas macetas y objetos, ante la mirada asustada de la trabajadora. “No hay necesidad [de tirar más cosas]”, le pide ella, que ya había accedido a bajar el volumen, pero él replica irónico: “¿No? ¿Segura?”, y procede a romper otra pieza contra el suelo. “No me manden a nadie aquí al lado, no me hagan nada en la casa, porque les juro que destrozo esta puta mierda”, le espeta Serra Montagut, arraigado en México desde hace 15 años.
