En medio del pelotón de diputados del PSOE que se dirigen al pleno de la Asamblea camina Juan Lobato. Él, que siempre iba en cabeza, el primero, como líder y secretario general, aparece este jueves en la Cámara convertido en un simple diputado raso, pues dimitió la semana pasada como secretario general regional. Su posición en el grupo, como luego en el hemiciclo, donde se sienta justo detrás de su sustituto temporal como portavoz, Jesús Celada, dan cuenta de su defenestración. De la incómoda cohabitación que se inicia ahora por su decisión de mantener las actas de diputado y senador son reflejo las decenas de periodistas que le persiguen por el pasillo, gritándole preguntas, acercándole micrófonos y grabadoras, buscando esa frase que resuma la crisis que ha vuelto a partir en dos al PSOE de Madrid. Y entonces, a la carrera, Lobato habla.