Creíamos que nos habíamos librado de ellas, o que al menos las habíamos domesticado, restringiendo su presencia a la suela de las zapatillas de deporte. Pero las plataformas han vuelto, zapato zombi donde los haya, haciendo su aparición en tiempos convulsos y recordándonos que un momento derrochamos poderío, y al otro nos rompemos el tobillo. Una contradicción andante, nunca mejor dicho, de solidez y desequilibrio.
