
Mi FIL Guadalajara terminó este año el sábado 7 de diciembre y no el domingo 8, como la de los demás. Perdón: estaba exhausto. Ya no tenía más charlas o presentaciones programadas, ya había comprado todos los libros que mi cartera se podía permitir (cantidad que baja a medida que suben las peticiones de mis hijos), ya habían volado de regreso a sus lejanos hogares la mayoría de mis amigos de fuera de la ciudad, nacionales y extranjeros, ya me había asaltado la fatal “gripa FIL” que me abate cada año debido a la acumulación de cansancio (además de hablar en nueve eventos, recorrí 53 kilómetros a pie en la expo…), ya estaba harto de los aires acondicionados, etcétera. No daba para más.