
Una vez más se repite el bloqueo del aumento de la fiscalidad de los carburantes de automoción en el Congreso. Cambia el contexto político y van cambiando los protagonistas de la falta de iniciativa o, cuando esta se produce, del veto. Cambian incluso las razones por las que nunca es el momento de actuar: competitividad de la economía, protección de la industria, preocupaciones distributivas, etc. Pero, en esencia, todo sigue igual desde hace más de tres décadas y así la fiscalidad ambiental mantiene su papel marginal en el sistema tributario español porque los impuestos sobre los carburantes se encuentran entre los más bajos de la Unión Europea.