Si desde hace años diversos estudios demuestran que la diversidad impulsa la competitividad y la innovación en las empresas, ¿por qué seguimos desaprovechando el potencial del talento femenino en nuestra economía? A simple vista, parece un sinsentido: en un contexto económico cada vez más competitivo y sujeto a cambios acelerados, no tiene lógica dejar a la mitad de la población al margen de los sectores que generan mayor crecimiento.
