La jaula en la que los talibanes están tratando de encerrar a las afganas desde su retorno al poder en 2021 se cerró el pasado 21 de agosto. Los fundamentalistas aprobaron ese día la Ley de Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio, una norma que consolida el centenar largo de edictos que han ido cercenando uno tras otro los derechos de las mujeres y niñas del país en los últimos tres años y medio. Desde entonces, las afganas no pueden ya hablar en público ni mostrar nada que no sean los ojos. Tampoco mirar a los hombres.

