El mundo envejece. Pese a que el aumento de la esperanza de vida ha pisado el freno en la última década ―entre 2013 y 2023 no ha sumado ni siquiera un dígito completo en España, donde ha pasado de 82,8 a 83,7 años―, el considerable volumen de mayores con los que cuenta el país tensiona las cuentas asistenciales del sistema público y estresa al mercado de trabajo, que ofrece poco y demanda mucho a los más jóvenes. Dos nudos que complican el ansiado crecimiento económico que requiere el mantenimiento del Estado del bienestar, y que obsesiona por igual a todos los países. Pero en ese panorama ha irrumpido un nuevo elemento: la inteligencia artificial (IA). Y algunos creen que precisamente la IA generativa, aquella con capacidad para crear, va a ser un remedio parcial frente al problema demográfico.
