Antes de llegar de facto a la Casa Blanca, Donald Trump ya está imponiendo su sello en política exterior, por más que Joe Biden, todavía presidente, pretenda apuntarse el tanto, que lo es a medias, del alto el fuego en Líbano. El zafarrancho de la reciente Cumbre del Clima, digno de un cutre show televisivo si no fuera por la brutalidad de sus consecuencias para el planeta entero, hubiera sido impensable en circunstancias distintas. Pero Trump está de nuevo aquí. Y de nuevo maniobrando en uno de sus lugares predilectos: Palestina / Israel. También de nuevo moviendo los peones de su particular tablero de ajedrez.